Zonas de Caracas

EP-32

Al afirmar la distancia simbólica entre el paisaje urbano y el paisaje redefinido y figurativo en el interior de sus límites, Helene de Garay asume en sus edificios la idea del espacio resguardado como marca de tropicalidad. El filtro, como tema, adquiere la función de demarcar una ruptura entre dos espacios de naturaleza diferente. De un lado está el mundo sensible, la naturaleza externa y tangible, la manifestación de la luz. Del otro lado está el mundo interior y trascendente, dos cosas de una misma realidad, lo profano y lo sagrado en un edificio. En su interior el edificio estructura una red tensional de clima y luz, debido a sus continuas visuales volcadas a su interioridad. La geometría refuerza el efecto del orden, de modo que ciertos elementos con función portante se constituyen también en los soportes tensionales del espacio. Se conforma así un complejo múltiple del espacio, visualmente interconectado mediante el vacío de sombra y tensionalmente organizado a partir de los niveles que se vierten hacia él. La membrana curva es un elemento que carga de sutiles expresiones su clima interno, lo que permite que la luz pase de manera selectiva y contrastada. La luz filtrada por el poderoso «mural de sombra» (sin duda, uno de los episodios más sutiles y hermosos de la arquitectura venezolana contemporánea) densifica el patio de una renovada temperatura y silenciosa plasticidad, lo que impregna su espacio de una sedada y tranquila atmósfera de apariencia flotante. WN