Zonas de Caracas

Zona 4 La ciudad universitaria


«La Ciudad Universitaria es la utopía moderna construida. Representa el anhelo por alcanzar un mundo ideal de perfección para una sociedad y un hombre nuevos… propone la realización de un mundo ideal de belleza y poesía, donde las formas y estructuras expresan el espíritu de los nuevos tiempos, y donde las artes pasan a formar parte esencial del lugar habitado por los hombres.»

María Fernanda Jaua

Ciudad Universitaria de Caracas: la construcción de una utopía moderna

 

En 1942, Isaías Medina Angarita, decretó la creación del Instituto autónomo de la Ciudad Universitaria de Caracas (CUC), con la idea de construir un gran hospital para modernizar y aumentar la capacidad del sistema de salud de la ciudad, que hasta ese instante habia sido atendido en gran parte por el Hospital Vargas. Carlos Raúl Villanueva —venezolano nacido en Londres, educado en la École de Beaux Arts de París— quien trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas (MOP), desarrolla en los terrenos de la Hacienda Ibarra,  un nuevo campus  universitario que seria sede de la Universidad Central de Venezuela, considerando en sus esbozos un nuevo gran Hospital Universitario.

Asi, la Ciudad Universitaria de Caracas se convertiría en un laboratorio personal de experiencias sensoriales, dentro de la concepción de ciudad jardín, que penduló desde la organización clásica en una primera etapa, hasta los principios modernos, en la segunda. La segregación de usos; la independencia entre acera y vialidad; la prolongación visual de las perspectivas reforzadas a través de criterios de paisajismo; la quinta fachada, o usos sobre los techos y los aportes personales, sobre la integración de las artes a la arquitectura y las exploraciones sobre espacio público al cubrir las plazas, y las aceras cubiertas con audaces estructuras plegadas, curvas y hasta planas, constituyen uno de los mayores logros de la arquitectura del gran maestro.

Sus importantes aportes arquitectónicos, urbanos sumados a la construcción de la síntesis de las artes «…la creación de un nuevo organismo arquitectónico-escultórico-pictórico, donde no se nota ninguna grieta entre las distintas expresiones», logrando una experiencia espacial y estética realmente sobrecogedora, le valieron ser declarada por UNESCO como Patrimonio Mundial de la humanidad en el año 2000. La justa declaratoria incluye 87 edificios de distintas facultades y 107 obras de arte.

A esta valoración se suma el jardín Botánico rescatado como componente del Patrimonio Mundial desde el 1999, que atesora además de la mayor colección de palmas de Latinoamérica, un hermoso edificio para el herbario y un auditorium, con dos murales alusivos de Wilfredo Lam y Francisco Narváez.

La propuesta urbana del campus se organizo en base a dos trazados diferenciados, uno de orden simétrico que contemplaba el sector de medicina a partir del Hospital Clínico como pieza fundacional, con aplicaciones de arte figurativo sobre los edificios de medicina; y otra disposición en la cual Villanueva rompe con el esquema simétrico inicial, e introduce edificaciones únicas –por sus formas y cubiertas –destinadas a anfiteatros, talleres, bibliotecas y/o estadios deportivos, dispuestas bajo lógicas formales propias de las ideas urbanas de la modernidad. El campus resultante es un laboratorio de formas en concreto armado, con grandes planos de mosaico italiano de colores sólidos o murales de artistas locales y extrajeros, que se combinan con innovaciones que abarcan desde plazas cubiertas, aceras techadas, jardines internos, espacios intermedios de transición entre el afuera y el adentro, además de cerramientos de bloques calados—, que permiten la fluidez en la lectura del espacio, los espacios intermedios, y la integración de la luz y la vegetación.

El conjunto central, corazón de la Ciudad Universitaria, resume todas las cualidades de la rigurosa y sensorial arquitectura de Villanueva. Se ubica en dirección norte-sur, perpendicular al eje del hospital, rompiendo todas las simetrías previas. Está formado por el edificio del Rectorado, y su plaza; la Plaza Cubierta, el Paraninfo, la Sala de Conciertos, la Biblioteca y el Aula Magna, que atesora las nubes de Calder, que visten el techo de la sala con formas que asemejan platillos voladores que sirven de paneles acústicos. Este corazón, compuesto de diversos edificios dispuestos de forma libre, con leyes propias y sistemas estructurales independientes, articulados por un espacio público cubierto y fluido, convierte a la plaza cubierta en  una experiencia inédita. Es un gran museo abierto, con esculturas  de Henri Laurens, Jean Arp, y una serie de bimurales en de Léger, Vasarely, Navarro, Manaure, entre otros, ubicados en pozos de luz, que construyen en conjunto una gran sinfonía. En el vestíbulo frente a la Sala de Conciertos, el arquitecto, abre un orificio cenital de forma hexagonal que complementa la escultura Positivo-Negativo (Vasarely), así como un pavimento cerámico en dos tonos con la misma figura. Sólo un día al año, la luz lo atraviesa y coinciden las huellas del techo y del pavimento. Desde allí, puede verse el edificio de la Biblioteca Central (rojo y negro), el mejor exponente de la síntesis, según los expertos.

Esta vocación de diseño se desarrolla en los edificios siguientes. Los edificios con aulas, son la ocasión para desplegar los parasoles de protección lumínica en las fachadas altas (Arquitectura, Odontología) y conceptualmente, los salones más modernos se vinculan abiertamente al exterior, a jardines y patios (Humanidades). Los auditorios, bibliotecas, talleres y áreas expositivas manifiestan una búsqueda plástica de nuevas formas en concreto armado. La combinación de elementos rampas de circulación, cerramientos en bloques con calados y murales, desdibujan el límite entre la arquitectura y la experiencia plástica (Humanidades); un tema recurrente en todo el campus. Los espacios y elementos de transición, entre el interior y el exterior, llegan a interpretaciones únicas que se materializan en espacios con pérgolas (Odontología), o marquesinas autónomas, solapadas bajo otros edificios (Rectorado, Museo). Villanueva además experimenta con la luz como otro elemento constructivo, con el cual dibuja horizontalmente separaciones entre techos de distintas alturas; corta diagonalmente pérgolas sesgadas; utiliza verticalmente su caída como pozos para jardines interiores y la recorta en formas diversas en muros calados.

En la Facultad de Arquitectura, uno de los últimos edificios en diseñarse, se concentran quizás, las mejores experiencias. La planta baja recoge todos los conceptos del espacio moderno y pone en valor importantes obras de menor escala de Alexander Calder, Gego, Jesús Soto, Francisco Narváez así como murales de invaluable belleza de Víctor Valera y Mateo Manaure. vano horizontal que permite visualizar el Ávila en el acceso; hermosas cubiertas de doble curvatura en los talleres de plástica (Taller Galia); techos plegados en las aulas – taller, y la fachada, interior y exterior de la torre, con los murales abstractos de Alejandro Otero.

Al extremo oeste del campus universitario las instalaciones deportivas –para futbol, beisbol, basketbol y las piscinas– contrastan por la forma de sus cubiertas en formas de cáscaras, y evidencian un laboratorio arquitectónico de experiencias espaciales, que se acercan a «lo sublime». ISS/MIP