El edificio de 13 mil metros cuadrados fue proyectado por un taller de arquitectura que obtuvo el encargo por concurso. Su programa contiene una planta de producción de vacunas y un edificio administrativo de apoyo a las oficinas del Instituto de Higiene. El primero es una caja de concreto casi hermética, que alberga los laboratorios y pisos técnicos de la planta de vacunas, y el segundo, un volumen abierto de fachadas de vidrio con celosías metálicas, destinado a las áreas administrativas. Ambos están conectados por un tercer elemento que equilibra la composición y funge como vínculo entre los dos edificios. Para resolver el riguroso proceso de producción de vacunas, se utilizaron, en el perímetro de la edificación, vigas vierendeel apoyadas en columnas, logrando plantas libres de apoyos. A su vez, la altura de las vigas permitió ocupar los pisos técnicos con servicios e independizar las labores de mantenimiento de los equipos de los procesos de producción. Esta disposición en vertical de laboratorios y pisos técnicos representó una propuesta inédita, y contó con la aprobación de la Organización Mundial de la Salud. El edificio administrativo es abierto, con fachadas de vidrio y celosías metálicas que tamizan la luz. Ambas estructuras se conectan gracias al portal de acceso al conjunto: un volumen bajo con un espacio vertical con celosías y pérgolas sobre un jardín interno. La obra toma como referencia a la Ciudad Universitaria y la reinterpreta. El resultado es un conjunto cuya expresión formal es indivisible de su materialidad. IGV