JAC
El Hospital Universitario es el punto de partida del conjunto universitario, cuyo primer plan estaba estructurado sobre una clara simetría: un eje organizador que atravesaba el campus longitudinalmente. La complejidad de su programa obligó a producir una masa de doce plantas, que nunca fue del agrado de Villanueva. Por ello, la descompuso en cuatro barras paralelas, que dividió en terrazas, separadas entre sí por jardines. Los extremos rematan en balcones semicirculares, que le otorgan un aspecto futurista, propio de las vanguardias de principios del siglo XX. En el interior, las salas de reposo, rodeadas de corredores exteriores, están separadas del exterior por un ingenioso muro en zigzag, que asegura la intimidad y a la vez las une al espacio colectivo. Las áreas arboladas que dividen las salas ofrecen iluminación y ventilación natural. Las barras que se repiten hacia el lado este están articuladas por un patio central, definido por dos cuerpos paralelos, que rematan en volúmenes verticales cerrados por persianas de concreto, que alojan un sistema de rampas. La función de cada espacio implica una forma y una plasticidad particular. Este modo de proyectar generó un lenguaje arquitectónico propio, que evolucionaría hacia composiciones más audaces. El exterior está acabado en friso liso, típico del lenguaje de la modernidad, pero, en vez de blanco, Villanueva lo resaltó con una policromía diseñada por Mateo Manaure (1926). Para el interior, el mismo Manaure creó murales abstractos: el primer ensayo de «integración de las artes», característica de todo el proyecto de la Ciudad Universitaria. SM
LB
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