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«Consult the genius of the place in all». La frase del paisajista inglés Lancelot «Capability» Brown (1716-1783) resume los valores de esta magnífica casa: un encargo de la familia Cisneros a Alcock, donde «el lugar se convierte en el mecanismo de revelación de su propia maravilla oculta» (Larrañaga, Enrique: Reflexiones tropicales. Pág. 8). Escondida detrás de un muro ciego, lineal –que asemeja una fortaleza–, intersectado por un volumen, lo primero que deslumbra al entrar es el paisaje natural. La casa trastoca los valores de las tipologías tradicionales, se apropia del lugar y lo interpreta sensiblemente, acusando la presencia del Ávila, en un conjunto armónico compuesto por formas construidas con muros de ladrillo macizo, que dialogan construyendo patios, texturas, espejos de agua, pérgolas, vegetación, suelos y paisaje. Las áreas sociales interiores son espacios intermedios definidos por la cubierta, sin puertas ni ventanas, donde se establece una continuidad entre la construcción y la naturaleza. La Ribereña es un ejemplo de destreza en el oficio y el manejo del ladrillo, donde se ve el peso del maestro artesano, del maestro obrero y del carpintero, orientados por el pragmatismo y el dominio constructivo de Alcock. El paisajismo de Roberto Burle Marx, fuentes de agua y obras de Alexander Calder, completan una arquitectura de secuencias espaciales. Esta villa en el trópico es notable ejemplo de la búsqueda paciente y personal de uno de nuestros mejores arquitectos contemporáneos. La villa fue premiada en la VIII Bienal de Arquitectura. IGV
A-SHC-FAU
planta
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