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Sorprende que la sede de Petróleos de Venezuela no fuese diseñada y pensada desde sus inicios como un edificio corporativo a la medida de la principal empresa del país. En los años 70, la recién creada corporación petrolera nacional adquiere un anodino centro comercial y de oficinas y lo convierte en su sede. Las evidentes limitaciones del conjunto condujeron a llamar a un concurso privado para incorporar nuevos usos al complejo, cuyo proyecto gana Micucci en el 2006. El proyecto intenta otorgarle una imagen institucional al conjunto a partir de la construcción de varios edificios y espacios semipúblicos, que se hacen visibles desde la avenida Libertador. El proyecto incluyó un salón de actos y dos edificaciones anexas para usos culturales (museo y biblioteca) vinculados por una plaza. El Salón de Actos para 500 personas tiene un carácter flexible. El edificio, con una imagen de ligereza, está concebido como cajas concéntricas donde se conjugan la estructura metálica, con un refinado sistema de protección solar, la cubierta doble, y la dualidad entre la caja de cristal y la caja en madera. La sala, con altura doble, se integra visual y físicamente a la plaza central del conjunto a través de una fachada de vidrio, protegida del sol por una marquesina que define el ingreso al vestíbulo principal. Las adiciones volumétricas le otorgan nuevas posibilidades al conjunto, a través de un lenguaje que privilegia el módulo, la geometría, y el carácter tecnológico, construyendo una imagen contemporánea, tan necesaria, a la principal empresa del país. IGV
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