JAC
Consistente con su obra arquitectónica, Legórburu (Premio Nacional de Arquitectura, 1989) sintetiza en este edificio una sobria y rica respuesta volumétrica que posee valores esenciales y atemporales cercanos a la modernidad, que han deter-minado su valor e identidad. Su autor, quien desarrolló un claro lenguaje arquitectónico y planteó la necesidad de una arquitectura propia del lugar, diseñó un paralelepípedo de once plantas tipo que remata en un penthouse a dos niveles con un claro esquema de organización, y una planta tipo rectangular de estructura regular, orientado al norte y al sur, y cerrado al este y al oeste. Su implantación se debe al terreno irregular que ocupa, con escaso frente y limitado por una quebrada. El edificio, destinado a comercio y oficinas, de buenas proporciones, dialoga con la calle a través de un cuerpo bajo lateral, aporticado y una pequeña plaza que construye la transición entre la calle y el volumen. El techo del cuerpo bajo se plantea como techo-jardín abierto al paisaje urbano. Las fachadas de vidrio están protegidas, recedidas a un segundo plano, cuya estructura en obra limpia acusa las vigas y las baldosas de arcilla vitrificadas revisten los planos verticales. Según William Niño, Legórburu pertenece al escaso grupo de arquitectos que conceptualizó la disciplina otorgándole sentido, alejados de la distorsión generada por la riqueza súbita y la construcción descontrolada que caracterizó la década de los 70 e inicios de los 80. IGV