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El presidente Joaquín Crespo consideraba a Macuto como un lugar para la recuperación de la salud y un lugar de veraneo y retiro para disfrutar del clima, lejos del ajetreo capitalino. Su gusto por edificar villas lo llevó a construir en Guzmania una segunda residencia a pocos metros de la primera, hecho que contribuirá al afianzamiento de Macuto en ciudad balneario, y de una nueva tipología de viviendas basada en la arquitectura de ascendencia anglocaribeña. La segunda villa crespista, de dos pisos y planta rectangular con un espacio vertical de ventilación central, posee una configuración compacta a diferencia de «La Crespera», pero con el mismo esquema de galería perimetral que su antecesora. Su carácter abierto, la poca ornamentación de la fachada con esbeltas columnas, la galería con balaustradas que se repite en las dos plantas y el techo accesible –parcialmente plano– a manera de terraza con visuales al mar, hace recordar las construcciones sureñas de las plantaciones en Estados Unidos. La villa, posteriormente adquirida por Cipriano Castro y luego vendida por sus herederos a Juan Vicente Gómez, formó parte de las seis villas centenarias (junto a la primera casa de Crespo, la casa Lacome-Ibarra, la casa de Andrade, la casa Santana y Villa Paula), construidas entre 1884 y 1900 en Guzmania, bajo sistemas construc-tivos y nuevas técnicas experimentales destinadas a afianzar un nuevo tipo de «villas para temperar». IGV