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La antigua Quinta Los Laureles fue construida para el señor Pedro Manuel Arcaya, quien adquirió gran parte de la manzana donde se encuentra a inicios del siglo XX. Luego de habitarla, Arcaya la ofreció en venta a la congregación de Santa Teresa de Jesús y San Enrique de Osso, órdenes que la transformarían, cerca de 1952, en el actual Colegio Teresiano Nuestra Señora de Coromoto. La quinta aislada, de arquitectura ecléctica, está integrada por un cuerpo central simétrico de tres plantas, con dos torres de planta ochavada situadas a ambos lados. El cuerpo central, colocado sobre un basamento, alberga un corredor cubierto en la planta baja, soportado por esbeltas columnas cilíndricas, prefabricadas en concreto armado, con capiteles eclécticos, posiblemente producidas por la Fábrica Nacional de Mosaicos de Eusebio Chellini. Las torres rematan en cornisas almenadas y cuentan con ventanas de distintas proporciones, con diseños inspirados en la naturaleza y molduras de diseños geométricos. La segunda planta alberga un amplio balcón, delineado por molduras y una balaustrada en concreto prefabricado. La fachada principal evidencia en un segundo plano, otros cuerpos laterales secundarios, que corresponden a corredores, terrazas privadas y áreas de servicios. Estos se conectan a la vivienda a través de corredores cubiertos y descubiertos, a manera de puentes, soportados por estructuras esbeltas similares a las del corredor del acceso principal. El núcleo de este colegio católico, una joya arquitectónica, fue modificado para aumentar la matrícula de estudiantes. IGV
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