Zonas de Caracas

A-FV

El conjunto, compuesto por varios edificios organizados en paralelo, construidos en distintas épocas, tiene sentido de unidad formal gracias a su tipo arquitectónico, así como también por su calidad ambiental y un riguroso control de la escala. Los edificios, diseñados a partir de un modelo básico y racional, plantean la búsqueda de un aula universal. A partir de esta búsqueda, Villanueva realiza variaciones sobre un mismo tema, e introduce auditorios en los extremos. La rigurosa regularidad de los pórticos, que se repiten a lo largo de la construcción, es reforzada por el uso de un código cromático común, que afianza la unidad. En cada escuela se experimenta con diversas formas de control climático natural, que revelan la constante preocupación por proteger los espacios del fuerte sol tropical. La circulación también juega un papel unificador, creando pasajes y corredores cubiertos, formalizados por secuencias de bóvedas. La fuerte direccionalidad de los cuerpos remata con la «tierra de nadie» y los edificios de uso común, como la biblioteca y el auditorio que crean volúmenes cuyas formas contrastan con la regularidad del grupo. El auditorio se compone de pórticos consecutivos que se relacionan formalmente con la Sala de Conciertos. A su lado, suaves arcos dibujan el perfil de la biblioteca: dos delgadas bóvedas de concreto que compensan el carácter ortogonal del conjunto. Las fachadas laterales están decoradas por un mural polícromo y un vitral, ambos obra de Alejandro Otero (1921-1990). SM