Zonas de Caracas

YPM

La polémica forma curva y color vino tinto que caracterizan a El Camarón, lejana de los preceptos racionalistas de la época en que se proyectó, junto a sus aportes al espacio público, llenó las páginas de la crítica arquitectónica nacional a finales de los años 60. Su calidad, producto de su coherencia formal y de cómo se enfrenta el edificio ante la esquina, muestran los riesgos poco frecuentes asumidos por Mario Breto. La excelencia constructiva y el cuidado en los detalles le otorgan a su di-námica volumetría un acabado impecable y sobrio. Su condición de edificio aislado, simétrico, denota la presencia canónica de una base, un cuerpo y un remate, y apela a la geometría curva, las bandas continuas y a la repetición de elementos cilíndricos (escaleras, balcones y muros), logrando la cohesión del conjunto. La planta tipo de cuatro unidades, organizadas en dos bloques de dos unidades cada uno, sigue el arco que describe la simetría del volumen sin afectar su funcionalidad. La planta baja comercial, protegida por el volado de la terraza, se integra a la plaza-podio en la esquina del terreno. Críticos ubican a El Camarón dentro del eclecticismo criollo, caracterizado por una visión formalista de la arquitectura anclada en la búsqueda de lenguajes expresivos derivados del pasado reciente, con un origen expresionista y mendelhsoniano que le otorgaría, además, un cierto halo historicista. Adiciones a lo largo del tiempo afean hoy lo que fueron sus limpias fachadas. ACA