Zonas de Caracas

EA-16

La idea de conquistar las cimas de los cerros de la cordillera de la costa y comunicar el valle y el litoral mediante medios mecánicos se remonta hasta finales del siglo XIX. Pero es a mediados del siglo XX cuando finalmente las viejas ideas del funicular de 1934 propuesto por Fred Goetsch Goeschel se concretan con la construcción del sistema teleférico, cuyo protagonista es el majestuoso Hotel Humboldt. Diseñado en plena dictadura perezjimenista, el hotel se planteó sobre una espléndida terraza geográfica con vistas al mar y al valle, con el objeto de aprovechar el inmenso potencial escenográfico y turístico que atesora la geografía de la ciudad. Construido en 9 meses por la Empresa Venezolana Eneca, e inaugurado el 29 de diciembre de 1956, fue entregado en sus inicios a la cadena hotelera Sheraton como parte de una serie de puntos de servicios turísticos instalados a lo largo de las playas del litoral central y las islas del Caribe. Coronando la cima del cerro Ávila, a 2.250 msnm, se relaciona con la ciudad a través del teleférico de Maripérez, que cubre el desnivel de 1.100 metros desde la ciudad, mientras que hacia el litoral se conecta a través de las estaciones Parque Galipán y El Cojo. La solución del hotel, un torre vertical de 19 pisos y planta circular de 70 habitaciones, permitía la visual de 360 grados con impresionantes vistas sobre el marco geográfico circundante. Emparentada con el lenguaje de la arquitectura moderna internacional, y con la arquitectura brasileña a través de sus audaces formas libres en las estructuras en abovedadas sostenidas por arcos que constituyen las áreas de servicio, la torre de vidrio y aluminio se soporta por un conjunto de columnas perimetrales en concreto vinculadas a una pantalla central de forma cilíndrica. Las cinco bóvedas adosadas, interconectadas por dentro con puentes y medios niveles, permiten salvar grandes luces e incorporar el paisaje a través de amplios ventanales vidriados. Al norte, una única bóveda alberga la piscina, mientras que las otras contienen el bar, restaurantes, discoteca y servicios. Al interior, la nobleza de sus acabados se exhibe en los pisos de mosaico de jaspe verde de Guayana, el gran mural de cerámica vidriada, las chimeneas de cobre, las griferías en bronce y pisos de mármol. El hotel, que se erige de noche como un faro sobre la ciudad a 2.140 msnm, se sitúa sobre un sistema de terrazas mirador de 700 metros de longitud a todo lo largo de la cima, cuyo proyecto realizado por el paisajista brasileño Roberto Burle Marx nunca se concretó. El hotel, que ha permanecido cerrado e inactivo desde los años 60, y que ha sufrido reformas interiores, aún espera por ser rescatado para brillar en la cima del Ávila, como ícono de la arquitectura venezolana. WNA/IGV