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La Ermita de Nuestra Señora de Valvarena, en el tope del cerro, era lugar de peregrinación durante Semana Santa. La gran escalinata de ciento diez escalones que da acceso al parque constituye la característica más resaltante del primer parque urbano de la Caracas decimonónica. La colina, entonces límite occidental de la ciudad, era el mirador predilecto de los dibujantes. En 1873, Antonio Guzmán Blanco se empeña en sacar a Caracas de su sopor provinciano, e incorpora la colina a la ciudad con un sentido urbano. El proyecto consistió en la reforestación de la árida colina, a partir de una laguna artificial, que funcionaba como acueducto central de la capital. Los tanques recibían las aguas de río Macarao, y garantizaban el riego del paseo. A partir de la laguna, se crea una sucesión de estanques cruzada por zigzagueantes calles y miradores, integrando la idea del parque natural inglés con la geometría de la jardinería francesa, y creando una secuencia axial de terrazas, con barandas de piedra, redomas y lechos de flores que se enlazan, a traves de las escalinatas, a la ciudad. El paseo se articula mediante senderos que conducen a las plazas Simón Bolívar, Agustín Codazzi, El Gazebo y El Parnaso; y alberga varias obras de interés, como la Capilla de Nuestra Señora de Lourdes (1885), el Arco de la Federación (1895) y el Observatorio Cajigal (1888). La importancia del parque ha disminuido, ya que ha perdido buena parte de su área original, de 21 hectáreas. Hoy remozado, sigue ofreciendo magníficas perspectivas de la ciudad. IGV/MIP
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