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Las primeras construcciones de La Pastora datan de 1690, y siguen el rastro del camino de los Españoles y la Puerta de Caracas, el cual daría origen a la Calle Real de La Pastora. Es a partir del siglo XIX que se incorpora, como parroquia, a la ciudad. Desde entonces, es adosada a la cuadrícula del damero fundacional hasta donde la irregular topografía lo permite. En 1784 se construye el puente Carlos III sobre la quebrada Catuche. La plaza, que ve hacia la iglesia, está en un nivel topográfico superior al de la plaza Bolívar. La temperatura en la Pastora difirió siempre de la del resto de la ciudad. De hecho, la tradición sobre la «llegada de Pacheco» viene de las apariciones que hacía, antaño, un personaje ataviado con ponchos que bajaba a la plaza desde Galipán, en El Ávila, en los meses de frío, a vender flores. La plaza, de forma rectangular y notoria pendiente, está rodeada de casas de fachada continua y aspecto colonial en tres de sus caras. Las escalinatas dibujan una media luna, que complementa la simétrica fachada de la iglesia. Durante casi una década (1970-79), el suelo de esta plaza estuvo decorado por un dibujo cinético del artista Carlos Cruz Diez, Inducción del amarillo, pintado por un grupo de jóvenes artistas, hasta que fuera sustituido por el actual pavimento de arcilla. Entre las personas célebres que reclaman para sí el gentilicio de «pastoreño» están los pintores Tito Salas, Arturo Michelena y Mercedes Pardo; el médico Jacinto Convit, y los deportistas Carlos «Morocho» Hernández y Carl Herrera. MIP
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