Zonas de Caracas

Caracas 

a través de sus planos

Plano topográfico de la ciudad de Caracas, 1843. Plano sin sello de autor. Litografía de Müller & Stupler.HC-18

Plano topográfico de la ciudad de Caracas

Fecha representada: 1843

Cartógrafo: Ángel Jacob Jesurún.

Escala: 1:7000 varas castellanas

Impresión: blanco y negro, plumilla y tinta, 47 x 43 cm. Litografia de Muller & Stapler,1843.

Colección Archivo de Planos Biblioteca Nacional, Caracas.

Capital de la República de Venezuela situada a los 10º30’50”, latitud Norte 1, en la longitud 69º25’, al Oeste del meridiano de París (67º4’45” al Oeste de Greenwich). Registrado conforme a la ley.

 

Una pequeña grandeza

¿Cómo explicar que en una de las ciudades más modestas de Hispanoamérica haya brotado un movimiento independentista capaz de doblegar al poder colonial en el corazón de dos de sus cuatro virreinatos?

Quizás la Capitanía General de Venezuela había comenzado a ser inesperadamente rica, una vez que la agricultura del cacao y el café adquirió importancia frente a economías mineras que se estaban agotando, y esta creciente prosperidad no tuvo tiempo de transformarse, de plasmarse en un esplendor urbano y arquitectónico, sino en nuevas ideas que auspiciaban otro tipo de expansión. Surgieron proyectos tan espiritualmente ambiciosos que no podían ser contenidos en una ciudad de escala tan humilde, e iban a terminar sacrificando su expansión y desarrollo.

Una visión de esta tensión latente la podemos encontrar en los textos de Humboldt, quien visitó Caracas en 1800:

La poca extensión del valle y la proximidad de los altos montes del Ávila y la Silla dan a la posición de Caracas un carácter tétrico y severo, sobre todo en esta parte del año en que reina la temperatura más fresca, o sea, en los meses de noviembre y diciembre. Las mañanas son entonces de gran belleza; durante un cielo puro y sereno se ven patentes las dos cúpulas o pirámides redondeadas de la Silla y la cresta dentada del cerro del Ávila, mas por la tarde la atmósfera se

carga, las montañas se empañan; regueros de vapor se ven suspendidos sobre sus cuestas siempre verdes y las dividen en zonas superpuestas entre sí. Poco a poco se confunden estas zonas, y el aire frío que desciende de la Silla se sume en el valle y condensa los vapores ligeros en grandes nubes espesas.

Ha transcurrido casi un siglo entre el plano de 1775 y el de 1843 que ahora vamos a analizar, sin embargo, pareciera que la ciudad no se ha desarrollado, sino más bien disminuido. Esta dramática y paralizante reducción era inevitable después del intenso terremoto de 1812 y las largas guerras de desgaste que culminaron con la Independencia de cinco naciones. De 50.000 habitantes en 1812 hemos pasado a 40.000. Caracas entregó sus mejores hombres y recursos a esta causa y luego le tomaría mucho tiempo aprovechar su nuevo destino, su emancipación. Habrá que esperar a 1870 para que la ciudad tenga al menos la misma población previa a la Independencia y se restauren los monumentos destruidos por el terremoto.

 

Una independencia formal

En el ángulo norte de la lámina hay un sello con las iniciales de Ángel Jacob de Moisés Jesurún (1824-1893). Es la primera vez que se imprime en Caracas un levantamiento de la ciudad realizado por uno de sus habitantes.

Este plano de 1843 fue impreso en la litografía de Johann Heinrich Müller y Guillermo Stapler. La historia de estos técnicos alemanes, que junto a Georg Lauer y Federico Lessmann trajeron nuevas técnicas y equipos al país, está íntimamente ligada a la formación de los impresores, dibujantes y fotógrafos venezolanos que iban a continuar la tarea de representar a la ciudad a finales del XIX y comienzos del XX.

En 1843 termina la presidencia de José Antonio Páez y comienza la de Carlos Soublette. La presencia de dos héroes de la independencia al mando del país nos hace suponer que la ciudad cambiaría radicalmente, pero en el plano de Jesurún este espíritu de una Caracas republicana solo se evidencia en la nueva nomenclatura de las calles.

También se ofrece, quizás por primera vez, una lista de las esquinas caraqueñas, una curiosa y absurda tradición para ubicar direcciones que ya tenía más de dos siglos. Para esta manera complicada y aldeana de dar direcciones, cada esquina toma el nombre de un edificio o hecho histórico y el resultado parece una lista de cuentos y secretos: «Tío Pedrito», «Dos Pilitas», «Caja de Agua», «Truco», «Viento». En un urbanismo de 25 cuadras haría falta darles nombre a 36 esquinas en vez de enumerar doce calles. En el plano de Jesurún se intenta sustituir esta costumbre dándoles nombre a las calles bajo el hechizo de un éxtasis patriótico, pues se utilizaron nombres como «Ricaurte», «Fraternidad», «Triunfo», «Leyes Patrias», una nomenclatura que pronto sería olvidada.

Es evidente que el urbanismo sigue siendo el mismo de la ciudad colonial, inclusive se acentúan sus características. Jesurún dibuja una ciudad abstracta, perfecta, de cuadrados idénticos. Los ejes de las calles semejan un sistema de meridianos y paralelos, los cuales se extienden a la naturaleza circundante, incluyendo en la retícula a los vacíos aún sin construir, a los campos y montes, como anunciando y advirtiendo que su destino será el damero.

Hay una frase semejante en propósito a la fundacional de Pimentel («De esta suerte va todo el pueblo edificándose»): «Las esquinas que no están marcadas es que aún no tienen nombre». Estamos ante una exaltación de la trama llevada a un clímax gráfico. La topografía yacía dominada por un esquema urbano riguroso y sospechosamente decidido.

En el plano prevalece más bien la idealización absoluta del viejo esquema colonial como si hubiera sido tomado y dominado militarmente. Un ejemplo es cómo se representa la Plaza Mayor, sublimando la intervención del gobernador Ricardos al dibujar las arcadas en los cuatro lados de la plaza, cuando solo existían en la cara norte y oeste.

Aquí cabe otra pregunta: ¿qué continuidad le dio la joven república a la gesta urbanizadora que realizó España en Hispanoamérica? La respuesta es «muy poco», el país había quedado agotado y no tenía la fuerza ni los recursos para transformar sus ciudades y sus campos.

El plano de Jesurún nos revela los restos urbanos de ese terrible conflicto, una ciudad exhausta y arrasada representada como la abstracción republicana de una trama colonial. Pronto se darían los primeros intentos de cambiar ese rostro estancado. FV