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Premiado en la II Bienal de Arquitectura de Venezuela, Alcaraván es un edificio que reta la superposición de espacios horizontales, condición propia de la vi-vienda multifamiliar ahora convertida en la expresión de una singular verticali-dad, manifestándose como un hito, en un paisaje cargado de edificios residencia-les. El diseño de sus apartamentos explica la transición de la casa aislada a la vivienda colectiva, una etapa de múltiples exploraciones abocadas al estudio de este nuevo tipo residencial realizadas por Díquez, González y Rivas. Con el edifi-cio Alcaraván, la firma de arquitectos recibe el Premio Nacional de Arquitectura en la bienal de 1966 en la categoría «vivienda multifamiliar», cuyas estrategias de proyecto repetirían más tarde en forma sistemática en su amplia producción arquitectónica. Alcaraván se compone de un conjunto de volúmenes esbeltos, producto de una planta compleja compuesta por cajas que se desarrollan en un espacio fluido. Las relaciones que se establecen entre la forma y la función re-cuerdan la obra de Kahn. A partir del diseño de su interior, el edificio manifies-ta una volumetría exterior magistralmente controlada, alternando fachadas abiertas y fachadas completamente cerradas. Cada una de estas caras articula las relaciones visuales, climáticas y programáticas desarrolladas por una corteza que pone al edificio en sintonía con el contexto inmediato de la ciudad, por lo que se vuelve un objeto emblemático dentro del borde de edificios que conforman el bulevar de El Cafetal. El edificio Papagayo (adyacente a este, pero con variacio-nes en su fachada y estructura), junto a Alcaraván, formaron parte de un proyecto de tres torres, donde la tercera torre no se construyó.MB