El edificio que ocupaba el antiguo Museo es un paralelepípedo horizontal, una caja racionalista de planta longitudinal cuyo volumen esta suspendido sobre pilotis. La elevación del volumen sobre columnas dejaba libre la planta baja en su totalidad que hoy luce ocupada, originando sombra y permitiendo el transito peatonal, así como la apertura visual hacia la zona verde arbolada del parque, en una cota inferior. Sus fachadas presentan un dualidad, mientras que hacia el parque se abre con grandes ventanales, hacia la plaza, sobre sus muros ciegos exhibe dos coloridos murales abstractos; el primero “Sin título”, (1951) de Armando Barrios (1920-1999) y el segundo “Composición dinámica-composición estática”, (1954) de Oswaldo Vigas (1924). El volumen dispuesto en ángulo con respecto al edificio del Rectorado se articula cuidadosamente a este a través de un osado arco en concreto, suspendido sobre cuatro columnas en forma de «V». Este arco, a su vez marca el acceso a la zona del parque. El edificio que ha sufrido alteraciones importantes en su uso, concepción formal y espíritu, poseía una marquesina en uno de sus extremos, que descansaba osadamente en un solo apoyo y cerraba la composición del conjunto. IGV