Si la Plaza Cubierta es el más impactante de los espacios abiertos de la Ciudad Universitaria de Caracas, el Aula Magna es el máximo exponente de sus ámbitos internos. Con capacidad para 2.700 personas, es el lugar más espectacular del campus. Todos quedan atónitos al descubrir su luz y color, resultado de la colaboración entre Villanueva y Alexander Calder. Su forma de abanico no era especialmente favorable para la acústica, pero, gracias a los «platillos voladores» de Calder, se resuelven las desventajas. La intervención del artista estadunidense fue una experiencia única, para Villanueva y para los que participaron en la obra. También para el artista fue motivo de satisfacción: «Es el mejor momento de mi arte», afirmó. En el caso de las nubes, señala Federica Palomero, «la síntesis se da de manera absolutamente orgánica: esta obra no podría existir en otra parte, y el edificio sería otro sin ella». Su acústica ha recibido muchos elogios; aunque lo más increíble es que estos «estables» de Calder hayan logrado convertir una debilidad en fortaleza. Leonard Bernstein dijo: «Esta sala es la mejor en la que dirigí en Suramérica. Después del concierto les dije a los periodistas que sobre el escenario el sonido es excelente y que me gustaría poder llevarme esa parte de la sala a New York». Un plafón de madera plegado, sobre la escena, complementa el proyecto acústico de Bolt, Beranek & Newman. La sala está con-siderada una de las cinco mejores del mundo; es un auditorio muy versátil, utilizado conciertos, teatro, cine, asambleas, aunque tal vez su uso más emotivo y emocionante, sea el de los actos de grado. ISS